sábado, 9 de mayo de 2015

Un comienzo cualquiera, un día cualquiera

Llevaba tiempo con la idea de crear un blog. Hoy, sin más, como el que no quiere la cosa, lo he creado sin saber muy bien ni cómo ni para qué. Ni cómo, porque no sabría decir el camino que he seguido para hacerlo posible; ni para qué, porque no sé de qué voy a hablar ni de qué me va a servir.
Sí es cierto que me gustaría hablar de todo aquello que me pueda insuflar algo de ilusión en una vida que, profesionalmente hablando, es insulsa y vacía. Algún día hablaré de cómo llegué a ser el abogado que ahora soy. Y ese tránsito a lo ilusionante creo que sólo puede pasar por aquello que un día debió ser el sendero por el que debí adentrarme: la filología y, en especial, la literatura.
Claro está que el mundo del Derecho es el que me da de comer y me siento obligado a rendirle gratitud, por lo que dentro de estas páginas también deberé dejar un espacio para comentar lo que tantas veces es el pan mío de cada día: la huída del concepto de justicia que, lamentablemente, es un arcano imposible de alcanzar.
Así que, un día como hoy, de aquella manera, comienzo este blog con la esperanza de que en poco tiempo sea capaz de definirlo y, quién sabe, pueda servir para algo y para cuantos álguienes quieran visitarlo.

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