jueves, 26 de octubre de 2017

Un rayo de sol en mi casa de adobe

Hoy me he levantado como ayer. Y como anteayer. Lo primero que he visto por encima de los hombros de mis hermanos ha sido un pequeño rayo de sol que se colaba por el ventanuco de casa. Todos los días me fijo en él. Es una de las cosas más bonitas que he visto nunca. Cuando lo miro, en el silencio del amanecer, mientras despierto, me imagino que es un aviso del cielo para que no me olvide que el calor del sol siempre estará ahí. No sé, serán tonterías mías, pero ese rayo me da esperanza y me hace sonreír cada mañana.
- Eric, ¿qué haces?.
- Nada mamá. Estoy aquí en el río.
- Vale. Ten cuidado y sube pronto. Vamos a comer.
No le he dicho que estoy escribiendo. Nadie lo sabe. Desde que vino aquel hombre y nos repartió lápices de colores y papel y libros, no he parado de escribir. De algo me ha servido ir a la escuela. Mis ocho hermanos no han tenido esa suerte. Porque suerte fue. Mis padres tuvieron que elegir a uno de nosotros para ir al colegio y me tocó a mí. Aunque tampoco fue tanta suerte, que para ir a clase tuve que hacer todos los días diez kilómetros andando. Y los días de sol, vaya, pero los de lluvia y viento la selva se pone imposible.
- Hola, Eric. ¿Te puedo ayudar?
- No. Ya he terminado. Ahora estoy escribiendo.
- ¿Escribiendo? ¿Y lo sabe mamá?
- No. Y será mejor que no le digas nada.
- Vale.
Yasine es mi hermana mayor. Tiene sólo un año menos que yo pero es tan alta que ya parece una mujer. La quiero muchísimo. Todos estos años, con mi enfermedad y todo eso, me ha cuidado casi más que mi madre. ¡Anda que no se ha levantado noches para limpiarme! Y todos los días, no pasa ni uno, se acerca al río a esta misma hora y me dice que si me ayuda. Por eso la he dicho que estaba escribiendo, porque a Yasine no se lo puedo ocultar.
Bueno, será mejor que termine por hoy. La verdad es que al final no he escrito nada de lo de mis tripas. Y se me ha echado el tiempo encima. Mañana lo haré. Hoy la cura no ha ido tan mal. Lo que más que molesta es cuando la bolsa de plástico es blanca, porque todo se transparenta y ver mis tripas no me gusta nada. Además, cuando las lavo con el agua del río, mojadas, se ven aún más a través de la bolsa. Algunos niños de la aldea todavía me dicen que qué asco, y mira que lo saben desde hace años.
¡Anda, pero si mañana no podré escribir! O, al menos, no sé si podré. Mañana me levantaré igual que hoy, miraré el rayo de sol entrando por el ventanuco de casa, sonreiré y esperaré a que venga el hombre aquel con la furgoneta para llevarme a Monkole. Me han dicho que es un hospital chulísimo. Además, ir hasta Kinsasha es toda una aventura. A ver si todo sale bien. Me han dicho que sí, que no habrá problemas, y que ¡por fin! podrán cerrarme el saco de los intestinos para que no se me salgan más. ¡Adiós a las bolsas de plástico! ¡Por fin podré ser un niño normal! Lo peor es que ya no vendré tan a menudo al río a lavármelos (no sé porqué el médico ese me dijo que me los lavara, si el agua del río necesitaría agua para lavarse) y no tendré tanto tiempo para escribir. Bueno, ya se me ocurrirá algo.
¡Qué feliz soy, Dios mío! Qué suerte he tenido en nacer en el Congo. Y mañana, sano ya, lo tendré todo.

Coda: la historia de Eric está basada en un hecho real de un niño de la República Democrática del Congo que tuvo la desgracia de estar años con una enfermedad que le obligaba a llevar los intestinos por fuera de la pared abdominal, al aire libre, y que no pudo curarse antes porque no tenía dinero para pagar un hospital. Ahora, felizmente, ya está curado.

sábado, 7 de octubre de 2017

Una breve historia de la mentira catalana

Mi amigo Quico es un pozo de sabiduría. Tiene la historia entera encerrada entre las cuatro paredes de su cerebro y la cuenta con una sencillez y claridad que te embulle en el misterio cual la mejor novela policíaca. Ayer, sin ir más lejos, me estuvo hablando de la historia del pueblo catalán y, en concreto, del origen y la motivación que les lleva a querer ser independientes de vez en cuando. Cuando terminé de escucharle me vino a la cabeza la idea de escribir estas líneas, con la única intención de que los que las lean experimenten lo que yo ayer mientras atendía a Quico: tener una idea clara y simple del porqué real del independentismo catalán y poder saber qué se esconde tras la mentira que sus líderes nos cuentan reiteradamente. Conste, eso sí, que no habrá en estas líneas ánimo alguno de erudición, o precisión histórica respecto a fechas o datos, pues simplemente pretenden trasladar una conversación de amigos a una página en blanco, estando dirigidas, principalmente, a quienes no tienen ni idea de qué hay detrás de toda la reivindicación del catalanismo sedicioso.
Allá por el primer tercio del siglo XV, el reino de Aragón ve cómo crece el de Castilla gracias a su potencia militar y económica. En aquellos tiempos lo normal no era negociar, aliarse, establecer “puentes”... sino que cuando alguien quería algo de otro lanzaba sus tropas y lo asía. Esa, desde luego, era la intención de Aragón respecto de Castilla, pero era una intención vana pues el reino de Aragón no tenía recursos suficientes para iniciar y sostener ese camino. Es así que, en este contexto, el condado de Barcelona, junto con el resto de condados catalanes, integrados en la Corona de Aragón, se constituyen en una especie de organización o instrumento de financiación de su Corona, al objeto de procurarle recursos para guerrear contra Castilla. Este instrumento recibe el nombre de Generalitat.
Sin embargo, avanzando el siglo XV Aragón y Castilla se unen, no por la fuerza de las armas, sino por la fuerza del “amor” pues el Rey de Aragón, Fernando, y la de Castilla, Isabel, se casan. Anexionados los dos reinos, lógicamente, Aragón ya no precisa los recursos para la guerra que necesitaba antes y la Generalitat ve cómo va perdiendo poder e influencia, eso sí siempre dentro de la Corona de Aragón.
Dando un salto en el tiempo nos vamos a mediados del siglo XVII. Como quiera que estas líneas tienen la pretensión que tienen y que antes advertí no profundizaremos en este convulso siglo, aunque sí advertiremos que en estos años se estaba desarrollando en Europa la guerra de los treinta años, contexto bélico que trajo como deriva particular la famosa rebelión de los segadores catalanes (de ahí el himno independentista catalán El Segadors), rebelión no de Cataluña frente a España sino de catalanes frente a catalanes y de ciudadanos frente a los poderes que les exigían impuestos y tasas que consideraban brutales. Pero, repito, eso es otra historia y no profundizaremos en ella: baste este mero apunte.
El caso es que en estos años descritos del siglo XVII reina en España Felipe IV, al que sucede en el reino su hijo Carlos II que nace con claras taras físicas y mentales que le llevan a recibir el sobrenombre del Hechizado. Siendo su condición inadecuada para el gobierno ni para sostener un reino como el de España, cuando cumple la mayoría de edad en 1675 es “convencido” por unos y otros de que lo mejor que puede hacer es nombrar heredero a una persona que pueda garantizar lo que él no garantiza ni garantizará. Y el “elegido” fue Felipe de Anjou, quien a la muerte de Carlos II en 1700 reinaría en España como Felipe V. Es importante subrayar que Felipe V sería el primer rey Borbón en España.
Con el ánimo puesto en congraciarse con su nuevo pueblo es aconsejado por su “equipo” para que realice actos o concesiones que le acerquen a las gentes. En esa recomendación hay que entender porqué en esa época del tiempo Felipe V concede a Cataluña su primer estatuto, cuya comparación con el que tienen ahora no sólo es vana sino ridícula.
Sin embargo, Cataluña, genéticamente desleal, decide devolver la concesión con la traición a Felipe V poniéndose del lado del pretendiente de la Corona de España, el archiduque Carlos de Austria. Y es que ésta sí es la cuestión esencial que hay que tener muy presente: el conflicto entre los borbones y los austrias que se despliega por toda Europa y que tiene en España un foco importante. Es paradójico pero esencial conocer que Cataluña lo que defiende es el derecho del archiduque Carlos de Austria a ser rey de España, es decir, conocer que lo que Cataluña defiende no es su independencia sino a la Corona de España.
En ese contexto en el que Cataluña apoya al bando de los austrias frente a los borbones en esta guerra por la sucesión del trono de España, permite el paso de las tropas inglesas por su territorio, que vienen a apoyar al archiduque frente a los franceses borbones. Esta circunstancia provoca que los ingleses acaben asentándose en Cataluña, controlándola de facto.
Este contexto bélico en Europa y España concluye con la firma del Tratado de Utrech donde, entre otras cosas, el archiduque de Austria renuncia a sus pretensiones por el trono de España y se queda en Bruselas, y España entrega a los ingleses Gibraltar a cambio de que abandonen el control en Cataluña.
Es entonces, cuando los ingleses salen de Cataluña, cuando Felipe V manda a las tropas a dicha tierra para recuperar el control de la misma, sin olvidar que llega a tierra española pero de traición. Es el año 1714, el año que adoptan los independentistas para celebrar un acontecimiento que nada tiene que ver con dicha independencia. Los sucesos trágicos de Barcelona en ese año devienen de, repito, una toma del control de una tierra que durante los últimos años había traicionado al que ahora era el legítimo monarca español por haber apoyado al que había acabado por renunciar a esa pretensión.
Volvamos a dar un salto en el tiempo y lleguemos hasta 1931 y a la instauración de la Segunda República. Animado por dicho momento histórico el presidente de la Generalitat, Masiá, sale al balcón de la presidencia y declara la República Catalana. El presidente de la República española, Alcalá Zamora, le insta a deponer su actitud a cambio de concederles mayores competencias en su estatuto de autonomía. Masiá desiste de su actitud.
Tres años después, en 1934, la Generalitat quiere dictar la ley de contratos de cultivos que va contra la Constitución española. Como la República le insta a retirarla, Companys, ahora presidente de esa Generalitat, vuelve a declarar la República Catalana. El presidente de la española manda las tropas a Cataluña y arrestan a Companys.
Companys está en la cárcel hasta 1936 cuando, con la victoria en las elecciones del Frente Popular, sale libre por la amnistía proclamada. Sin embargo, poco después comienza la Guerra Civil en España y Companys huye a París, donde vivirá hasta que sea arrestado y deportado a España por “generosidad” de Hitler y ante la petición de Franco. Al llegar, es fusilado.
Hasta aquí el repaso histórico. ¿Cuándo ha sido Cataluña independiente de España? Nunca. Es más, sus pretensiones históricas siempre han buscado ayudar a los reyes de España, los legítimos o los que ellos consideraban legítimos. Y la declaración de independencia, cuando se ha utilizado, ha sido como instrumento o arma arrojadiza para conseguir prebendas, beneficios y privilegios, tal como ahora vuelve a suceder. Sólo hay una diferencia entre este momento y el pasado histórico: antes quienes gobernaban en España tenían claro que la solución pasaba por intervenir en Cataluña e, incluso, mandar allí los ejércitos y arrestar a los líderes catalanistas sediciosos. Ahora, sin embargo, en España gobierna Mariano Rajoy Brey, garantía plena de inoperancia e irresponsabilidad frente a sus obligaciones como máximo dirigente del gobierno español. Por esto Junqueras y Puigdemont danzan y cantan El Segadors con inusitado entusiasmo. Sea.

viernes, 6 de octubre de 2017

La LFP no echaría al Barça: se irían ellos solitos

Ha planteado hoy Javier Tebas, Presidente de la Liga de Fútbol Profesional de España, que tendría que estudiar jurídicamente qué ocurriría con los equipos catalanes si, finalmente, Cataluña proclama su independencia. Y es que, en efecto, jurídicamente tiene su interés. Trataré ahora de dar mi interpretación al respecto.
Es bien cierto que una de las claves del problema está en el Real Decreto 1835/1991, de 20 de diciembre, sobre Federaciones Deportivas Españolas y Registro de Asociaciones Deportivas y, específicamente, en su artículo 6.1 que dice: “Para la participación de sus miembros en actividades o competiciones deportivas oficiales de ámbito estatal o internacional, las Federaciones deportivas de ámbito autonómico deberán integrarse en las Federaciones deportivas españolas correspondientes.” La redacción del precepto es clara y no precisa mayor explicación que afirmar que cualquier club de fútbol (en el caso específico que aquí vamos a tratar) que esté integrado en una federación autonómica necesitará, para participar en competiciones oficiales españolas o internacionales, estar integrado en una federación autonómica que, a su vez, esté integrada en la federación deportiva española que corresponda, esto es, y en el caso que nos ocupa, en la Federación Española de Fútbol.
Repito que lo antedicho es una clave jurídica clara y evidente, lo que implica que la Federación Catalana de Fútbol deberá estar integrada en la Federación Española de Fútbol para que los clubes que están integrados en ella puedan participar en competiciones oficiales de fútbol. Y dicha integración implica, lógicamente, el acogimiento y sometimiento a la normativa española que regula la Federación Española de Fútbol.
Ahora bien, ¿qué sucedería si se proclama la independencia de Cataluña? Pues lo primero que hay que subrayar es que nos encontraríamos ante una dualidad, más que normativa, de legitimidad legislativa. Por un lado, nos encontraríamos con que, al no reconocer el estado español la independencia de Cataluña, España seguiría entendiendo que su normativa jurídica es de aplicación en Cataluña y, por tanto, vincula a quienes allí se encuentren. Por otro lado, Cataluña, que ha declarado su independencia, entendería, en consecuencia, que la normativa jurídica española no sería de aplicación en su territorio y, por tanto, que sus nuevos “nacionales”, personas físicas o jurídicas, no se verían compelidos ni obligados por la ley española.
Claro, ante esta situación, podríamos encontrarnos con que, por ejemplo, el Fútbol Club Barcelona pudiera servirse de la antedicha dualidad legislativa para impedir que el estado español le negara su condición de entidad deportiva sometida a la regulación deportiva española que, insistimos, desde España se entendería de aplicación en Cataluña; y, al mismo tiempo, que al nuevo estado “catalán” le jurara amor y lealtad eterna. De este modo, y como suele ser norma de conducta en el Barça, estaría al plato y a las tajadas, beneficiándose de ambas legitimidades legislativas en función de su interés. ¿Sería esto posible? Desde luego que, jurídicamente hablando, podría producirse esta situación.
En Derecho existe lo que llamamos “el enriquecimiento sin causa o ilegítimo” que, mutatis mutandi, podríamos aplicar a la realidad descrita en el párrafo anterior. Y es que el Barça -en el ejemplo que estamos utilizando- se beneficiaría de la legislación española sin causa porque, de facto, la legislación a la que estaría sometido y habría jurado fidelidad sería la catalana. Dicho enriquecimiento sin causa es sancionado en el ordenamiento jurídico español reconduciéndolo, desde la lógica, hacia la devolución, por parte del que se ha beneficiado ilegítimamente, del fruto del beneficio.
¿Cómo, por tanto, se podría solucionar esta situación? Preventivamente. Y la clave la ha dado el propio Javier Tebas al decir que, declarada la independencia catalana, citaría inmediatamente a la Federación Catalana de Fútbol. ¿Para qué? Para hacerles una pregunta muy sencilla: ¿a qué legislación le da legitimidad, a la española o a la catalana? Si la respuesta es que a la española, implicará renegar del proceso independentista catalán y, por tanto, que España les pueda seguir considerando sujeto pasivo sobre el que aplicar la legislación española. Si, por el contrario, respondiera que a la catalana, la legislación española no le sería de aplicación, y no porque España reconociera el proceso independentista catalán sino porque, sencillamente, la Federación Catalana de Fútbol no reconocería la legislación española. Y, así, al no reconocer la Federación Catalana de Fútbol la legislación deportiva de España, el Barça, de seguir integrado en dicha Federación, tomaría de facto la decisión de abandonar las competiciones oficiales en las que se integra por obra y gracia de que se lo permite la legislación española. Es por ello que se puede concluir que, en tal caso, sería el Barça quien decidiera abandonar la Liga y no la Liga la que obligara al Barça a marcharse.