miércoles, 14 de diciembre de 2016

Ayuda a Monkole jugando al golf

Éste será el cuarto año que RODRIGO ABOGADOS, uno de los Despachos más veteranos y con más prestigio de Guadalajara, organice un torneo de golf en estas próximas fechas navideñas, y lo haga con una clara determinación de que sirva de ayuda a obras sociales. De entre las muchas que merecen la pena ser ayudadas será ésta la segunda vez que el torneo se solidarice con la obra que se hace en Monkole.
Al hilo de este hecho, creo que resulta interesante plantear una cuestión que, ya lo aventuro, tendrá opiniones encontradas. ¿Ha de imponerse la solidaridad o se ha de respetar la libertad de cada persona y confiar en su generosidad? Planteada la pregunta de esta forma tan abrupta parece que la respuesta es clara: la libertad por encima de la imposición. Ahora bien, ¿siempre hemos de concluir de esa manera?
Como casi todo en la vida las cuestiones de pensamiento amplio se entienden mejor cuando las trasladamos a algo concreto. Y, aprovechando el torneo de golf del que hablamos, lo ejemplificaremos a partir de este acontecimiento. Veamos. Como se ve en el cartel que acompaña a este comentario, las personas que deseen jugar este torneo habrán de pagar 130 euros. ¡130 euros! ¡Y por jugar al golf! Yo, como podéis comprobar los que comencéis a seguir este blog, juego al golf y he de decir que me apasiona. Pero, aún con todo, comprendo que 130 euros es mucho dinero aunque sea para pasar cinco horas persiguiendo a una bola por un campo de hierba, comer con los amigos y participar en un gracioso sorteo de fin de fiesta. En todo caso, serán 130 euros para un acto lúdico, de entretenimiento, deportivo si se quiere (algún día hablaremos si el golf es un deporte o un juego), en el que se puede participar o no por pura decisión propia. Pues bien, en este contexto, ¿sería un acto atentatorio contra la libertad del ser humano añadir 5 euros más para destinarlos a una obra social y, explicándolo así, exigir su pago a quien quiera participar del resto?
Quizá podamos pensar que la cosa no es para tanto porque quien paga 130 euros por jugar al golf seguro que estará dispuesto a pagar 5 euros más por ayudar, como en el caso de Monkole, a que un negrito de ensortijados cabellos pueda operarse del pie zambo que le trae a mal traer y que le hace la vida aún más difícil de lo que ya de por sí se le presenta. Pero, aun siendo eso probablemente cierto, ¿se respeta a esa persona si se le exige pagar ese extra para destinarlo a un acto bueno si él, libremente, no lo ha decidido?
Por otro lado, cuando estudiaba filosofía me enseñaron que el ejercicio de la verdadera libertad es el de la voluntad del hombre que tiende hacia el bien y no hacia el mal. Es decir, que un hombre no es libre cuando, teniendo la opción de robar o no robar, roba, pues ese acto, más allá de convertirle en un hombre que vence sobre su instinto que le inclina hacia su lado más oscuro, le aliena y le somete. Quizá la semblanza filosófica sea demasiado exagerada en el campo en el que estamos debatiendo, pero ha de servir para subrayar el hecho de que quizá uno no siempre es libre, aún cuando haga lo que le dé la gana hacer. Si lo trasladamos a nuestro pequeño debate, ¿se es libre no queriendo aportar 5 euros para ayudar en una obra social tan noble como la que, seguimos con el ejemplo, se hace en Monkole? O dicho de otro modo, ¿es de verdad respeto a la libertad individual no establecer un pago obligatorio de un dinero extra al que ya se paga por pasar un día estupendo de golf? De hecho, a todos los trabajadores de este país nos requisan mensualmente (esta vez utilizaré el verbo requisar; en otras ocasiones quizá me incline por otra que también empieza por erre) una parte importante del dinero que legítimamente ganamos con nuestro esfuerzo, el cuál tantas veces se destina a "obras sociales" que, de serlo, ni conocemos, ni tenemos porqué aceptar que se sufraguen con nuestro patrimonio. Y, sin embargo, no nos rebelamos por ello e, incluso, llegamos a defender que, siendo que Hacienda somos todos, todos debemos esforzarnos por ayudar a los demás.
El debate está planteado. Mi opinión -en este blog habitualmente no se tendrá miedo a darla- es que, sin ambages, sí es legítimo obligar al ser humano, generoso unas veces, egoísta otras muchas, a, en determinados eventos y circunstancias, apoyar el esfuerzo generoso de los demás con lo que, para bien o para mal, se mueve el mundo: dinero. Me gustaría, no obstante, que inundarais estas páginas con vuestras opiniones. Quizá no sea un estudio muy científico, pero al hilo de lo que se hace en Monkole nos habrá de servir para conocer si, realmente, la gente normal conoce de sus debilidades o si está segura de sus virtudes.

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